Después de ser indigente y dormir en baños públicos, Chris Gardner es hoy día un multimillonario empresario. Su vida es el ejemplo del ‘sueño americano’, y su historia ha inspirado a miles de personas.

Chris Gardner ya no es el mismo. Hoy día es un empresario exitoso, dueño de su propia firma de corredores de bolsa, tiene un Ferrari en su garaje y un clóset con más de 200 vestidos de todos los colores. Además, se dedica a dar charlas de superación por el mundo. Pero hace 25 años tenía todas sus pertenencias en una bolsa de basura que cargaba por las calles de San Francisco mientras empujaba el caminador de su hijo de un año.

Su historia pasó inadvertida hasta cuando apareció en un segmento del programa 20/20, en 2003. Desde entonces, la editorial Amistad/HarperCollins se interesó y el libro The pursuit of happyness (La búsqueda de la felicidad). Gardner tuvo una infancia difícil. Su madre estuvo en la cárcel dos veces y él pasó mucho tiempo en casas de familiares, en hogares de paso, y fue violado por un desconocido. Su padrastro era un hombre violento que maltrataba tanto a Chris como a su madre. Para salir de esta situación, se unió a la Armada y se desempeñó como asistente médico en una clínica naval.

Cuando salió del servicio se dedicó a trabajar como visitador médico. Su sueldo era muy bajo, con el agravante de que su novia quedó embarazada. Vivían muy humildemente y con lo estrictamente necesario. Un día, cuando salía del supermercado, vio a un hombre estacionando en un increíble Ferrari. Se acercó y le preguntó a qué se dedicaba. El señor le respondió que era corredor de bolsa. En ese momento, las metas en la vida de Chris cambiaron y se dedicó a buscar un puesto de aprendiz en una empresa de corredores.

El día que todo cambio

Consiguió que le hicieran una entrevista en una buena empresa, pero una semana antes fue apresado por no pagar 1.200 dólares en multas de su carro y pasó 10 días en la cárcel.

Cuando salió, encontró que su novia se había ido con su hijo y todas sus pertenencias, incluida su ropa. Al día siguiente, en vez de cancelar su entrevista, decidió ir y confrontar a la empresa con la verdad. La táctica surtió efecto y consiguió un empleo como aprendiz por 1.000 dólares al mes.

Se fue a vivir en una pensión y todo parecía estar funcionando bien, hasta que su novia apareció con su hijo de un año en la puerta. Le entregó al pequeño alegando que ya no podía cuidarlo más, sin tener en cuenta que en la pensión no se permitían niños. Por eso Chris y su hijo se quedaron sin techo.

Era tal el compromiso de Gardner con Chris Jr., que decidió arreglárselas lo mejor posible para que al pequeño no le faltara nada. Todo su sueldo se iba en los pañales, el jardín infantil y la comida. Usaba dos vestidos, uno gris y uno azul, que cargaba en su bolsa.

Al principio dormían en moteles baratos, pero no se podían dar ese lujo durante todo el mes. Terminaron pasando muchas noches en los refugios para indigentes de la ciudad, y otras tantas en un baño de la estación de trenes. Chris recibió ayuda de las personas que menos esperaba, entre ellas las prostitutas que trabajaban en la calle y que, al verlo empujando el destartalado caminador de su hijo, le regalaban al pequeño billetes de cinco dólares. Pero fue el reverendo Cecil Williams quien al ver la dedicación de Gardner a su hijo, les permitió quedarse por unos cuantos meses en el refugio de madres indigentes.

Durante un año tuvo que vivir en las calles, hasta que, gracias a su empeño, comenzó a escalar posiciones en la empresa y tuvo suficiente dinero para arrendar un apartamento. Sólo seis años más tarde, en 1987, fundó su propia compañía y su carrera despegó de manera meteórica. “Revivir las memorias enterradas de los momentos más difíciles de su vida fue un proceso muy doloroso”, dijo a SEMANA Dawn Davis, directora editorial del Amistad/HarperCollins y editora del libro. Pero, aun así, es el mensaje de siempre buscar la felicidad aunque todo parezca indicar que es una meta inalcanzable, y la historia de lucha y superación, lo que más ha llamado la atención. Y sobre todo, que a pesar de haber vivido los peores momentos de su vida, nunca dejó de tener como prioridad a su hijo.

Fuente: Semana – Big Bam

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