Dilma Rousseff enfrenta a partir de este martes el veredicto del Senado sobre su destitución, al final de un juicio político que, según los sondeos entre los legisladores, despedirá a la izquierda en el poder deBrasil.
 
Combativa y por momentos sonriente, quedará para la historia la imagen de la presidente defendiéndose en una sesión maratónica y continua. «No acepten un golpe que en vez de solucionar, agravará la crisis brasileña», pidió Rousseff al pleno de 81 senadores.
 
La jornada promete ser extensa. Se iniciará a las 10 de la mañana (hora local, 13 GMT), y cada parte tiene hasta una hora y media para exponer su posición, con derecho a réplica de una hora. Además, cada senador puede hablar hasta un máximo de 10 minutos. Hasta el lunes, 59 legisladores se habían inscrito. Sumado a los recesos de almuerzo, y probablemente el de cena, totalizan más de 16 horas, por lo que la votación final sería en la madrugada del miércoles.
 
«Pido que voten contra el impeachment y en favor de la democracia», señaló Dilma en su defensa, luego de nueve meses traumáticos desde que se inició el primer pedido de impeachment.
 
Rousseff, primera mujer en alcanzar la presidencia de Brasil, fue suspendida del poder en mayo por acusaciones de maquillar las cuentas públicas. Su defensa aduce que las prácticas cuestionadas también fueron usadas de forma recurrente por gobiernos anteriores, sin que fueran castigados. La oposición argumenta que eso precipitó la crisis del país.
 
Desde entonces, su ex vicepresidente y ahora enemigo político, Michel Temer, gobierna el país de forma interina. «Soy obediente con las instituciones», afirmó, y aseguró que acompaña el proceso con «absoluta tranquilidad».
 
Si todo sale tal como pronosticaron los sondeos, Dilma será destituida y Temer será oficialmente el próximo presidente de Brasil hasta 2018, cuando se celebran nuevas elecciones. Para ello se requiere que 54 senadores (dos tercios de la Cámara) condenen a Rousseff. En dos votaciones previas realizadas en fases anteriores del proceso en la Cámara Alta, los que apoyan la destitución de Rousseff sumaron 55 y 59 votos.
 
Tal es el pesimismo en el Partido de los Trabajadores que ya está en marcha la redacción de un recurso para ser presentado ante el Supremo Tribunal Federal para intentar anular la decisión.
 
Un final trágico para esta ex guerrillera de 68 años, curtida de batallas, que gobierna Brasil desde 2010 y que heredó un país en pleno boom económico, motor de crecimiento en la región. En esos años dorados, el país fue elegido para celebrar los Juegos Olímpicos de 2016 y la Copa Mundial de Fútbol (2014).
 
Pero su imagen ha sufrido un fuerte desgaste a la par del deterioro de la economía, el crecimiento brutal del desempleo y la inflación.
 
Las revelaciones de una trama delictiva en torno a Petrobras, que le costaron a la petrolera más de USD 2.000 millones, fueron la gota que derramó el vaso.
 
«No esperen de mí el silencio de los cobardes», aseguró Dilma y convocó a «resistir y resistir». Pero su partido ya no tiene la misma convocatoria. La policía de San Pablo dispersó con bombas de gas lacrimógeno a varios miles de manifestantes que protestaban en la neurálgica avenida Paulista, mientras que unas 2.000 personas se convocaron en Brasilia al grito de «Fora Temer!» y «Volta Dilma!».
 
Su lucha fue casi en solitario. De la amplia coalición que heredó, uno a uno la fueron abandonando. Actualmente, tiene un apoyo de apenas un 13%.
 
La presidente suspendida acudió al hemiciclo acompañada del ex presidente Lula, considerado su padrino político, quien también se encuentra inculpado e investigado por varios casos de corrupción y obstrucción de la Justicia. El impeachment cierra cuatro ciclos de izquierda del emblemático Partido de Trabajadores (PT) en el poder.
 
 

 

Fuente: Ecuavisa

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